No ha quedado nada en pie y ni siquiera mis pies pueden caminar en busca de un sedante llamado olvido.
Tengo el alma desolada y por las noches escucho el crujido de las grietas que golpean sin remisión mi pecho herido de amor.
Ya no encuentro ventanas en el aire para poder abrir y el sol se apaga como lo hace una vela cuando se derrite por abandono.
Mi cuerpo se ha convertido en un triste solar lleno de cuervos que revolotean por las miserias del desamor y el engaño.
Justo en el centro un enorme letrero que dice: " Demolición de un sueño" , y la lluvia empapa charcos que antes eran playas.
Mis ojos están cansados de correr por la gente y el bullicio me parece la prolongación de tu carcajada y gemidos.
Las palabras caen en picado y a oscuras, hacia algún lugar donde el silencio me mata con recuerdos que en un pasado me salvaban.
No hay fuerzas ni ganas por intentar lo que yo antes aconsejaba a aquellos que ahora todavía siguen en reformas o en estado de regeneración.
Tampoco me sirve de cura las infinitas inyecciones de ánimo que llegan por vía oral y tacto de personas que sufren conmigo las contradicciones de mi enfermedad.
A veces me da por mirar mis adentros y compruebo que las mariposas que volaban por mi estómago tiritan de fiebre en los suburbios del dolor.
He pensado en abolir las primaveras para que nadie respire el venenoso aroma de sus días y caiga en un letargo donde nadie es el que dice ser.
Los pensamientos se clavan como una estaca en mi garganta y cuando llevo cientos de suspiros mis cientos de lágrimas se deslizan por mi piel y mis ropas.
He querido gritar y blasfemar contra aquella que se ha llevado mi corazón y sin embargo, ni he gritado, ni he blasfemado y ni he recuperado mi corazón.
Ahora sé que puedo estar horas y horas mirando una pared y recorrer con mis ojos el vuelo de una mosca encerrada en la habitación del miedo.
Me cuesta hacer y deshacer media cama y estoy por vender la otra mitad que no utilizo a esas princesas que regalan compañía.
Me dicen que " querer es poder" , y yo les digo que el querer me ha dejado casi muerto y que el poder se ha llevado lo que ya nunca quiero querer y quiero a mi pesar.
Todos los días alzo la vista hacia las nubes a ver si encuentro a ese tal Cupido para decirle que se deje de flechas y piense en la jubilación anticipada.
Mis labios están rasgados y no sé como rehabilitarlos, ya que aún contienen el veneno con sabor a fresa que tanto me gustaba.
He quedado desnudo y ya no hay piel sobre piel que abrigue este frío que no se quita por mucha ropa que me ponga.
Cuando voy por las calles de la ciudad, la gente me mira extrañada porque no ceso de hablar a las sombras que me persiguen y a los cielos que me traicionaron.
En casa la televisión no para de romper corazones y en el buzón encuentro una carta firmada por el abogado del diablo.
Me dicen que el tiempo lo cura todo pero he perdido el reloj y nunca he tenido ningún calendario para saber si el tiempo corre deprisa o lento.
Estoy en ruinas por amar a mi amor y por odiar su pérdida y si sigo así, es porque aún sigue el querer y el odio.
En ruinas y cuando ya no estén ya no habrá absolutamente nada.
Sólo ruinas....