martes, 27 de julio de 2010

SIN ESTRELLAS Y CON ESQUINAS

" La dignidad nació con este mundo y con cualquier ser viviente......ahora sólo tenemos que dejarla en paz para que se quede eternamente,  aunque nosotros nos vayamos para siempre "




Treinta y tantos años, alta , rubia pero morena, pelo largo postizo, pelo corto suyo....
Una sonrisa por cliente y una lágrima al terminar...
Un jadeo laboral, un alarido de verdad....
Fría y arrogante cuando llega la oscuridad....
Tierna y risueña en las horas de sol....
Puta y maltratada de noche....
Mujer y madre de día.....

El invierno estaba siendo cruel, aunque ella seguía vistiendo ropa de verano.
Unos cuantos kilos de maquillaje, falda corta....muy corta, un escote vertiginoso directo al pecado, medías a mitad de pierna y tacones de punta fina. 
La noche, sin estrellas y con esquinas, nacía delante de su estampa para regalarle la espera y el desespero.
Los coches paraban a su lado y dentro había todo tipo de personajes;  Un señor de avanzada edad con un fajo de billetes dispuesto a gastarlo para vencer a la soledad, un joven con la intención de estrenarse no sea que su novia lo dejará por torpe e inocente, un grupo de chicos que llegaban para curiosear, jalear, reír y salir por patas, el señor de traje y gomina con actitud de hielo....luego en casa se derretía y lloraba porque no escuchaba sus latidos.....
Hombres de una sola vez, jóvenes de par en par, ostias sin venir a cuento y cuentos que luego eran pesadillas...
Voces suaves y a más excitación clavaban el acento en su alma...
Manos que acariciaban y a más sexualidad la tensión rompía sus huesos...


Cada noche cruzaba los dedos para que cuando tuviera que descruzar las piernas tuviera enfrente el respeto y la educación.
Cada noche pensaba en dejarlo y cada vez que lo intentaba llegaba a casa con la piel amoratada y los labios partidos.
Cada noche soñaba escapar de ese infierno y cada vez que despertaba sentía una palmadita en el trasero y el aliento del alcohol.

Al terminar su turno, aparecía el monstruo y hacía el recuento mientras la sobaba, unos cuantos billetes para ella y el desprecio y una amenaza como despedida. 
Llegaba a casa con el cuerpo roto, los músculos doloridos y la cara reflejaba agotamiento y pena. Mucha pena.
Se lavó la cara y se miró en el espejo en silencio.
Suspiró y se toco la piel....suavemente.
Ya en la ducha, frotó la esponja con fuerza contra su piel y entonces se desplomaba y dejaba ir toda su impotencia entre el agua y la pintura.
Salió del cuarto de baño y se acomodó en el sofá.
Observó la peluca y la ropa tirada en el suelo.
Cogió el teléfono y marcó un número........y respondieron.

- Hola, mamá.