domingo, 3 de julio de 2011

POR FUERA, POR DENTRO




Eran las tres de la madrugada cuando el bar cerró y tuvieron que echarlo a empujones.
El olor a alcohol y su caminar delataban su estado.
Por fuera, un borracho más.....
Por dentro, un hombre roto por el desamor....
Entre idas y venidas llegó a casa. Claro, no había nadie....sólo la soledad esperando a que se derrumbara para susurrarle su poco orgullo y su cobardía.
Hace tiempo que perdió su caballo y su espada....
Su cabello destiñó y el azul fue suplido por el blanco....
Ahora ya no queda casi nada de aquel héroe que llegaba con un ramo de rosas.
Con él se han instalado las espinas, las arrugas, las preguntas....ya no hay guerra por la que luchar que tenga una princesa como ella.
Por fuera, la gente no tiene su mirada ni su voz....
Por dentro, nadie tiene ese amor que tenia ella....
Hace tiempo que tiró los galones y arrastrado en el recuerdo se hunde derrotado....
Después de los lamentos, pensó que hizo mal....
Vaciar el alma en sus manos y llenar de esperanza sus heridas.
Alicatar el tiempo de hermosos sueños en su pensamiento y derrocar monstruos creados por el miedo al fracaso. Besarla como nadie en este mundo, deshacer su piel en su cuerpo y crear primaveras en inviernos, luceros en abismos y flores en desiertos.... ¿Eso está mal?

Por fuera....
Por dentro...
Un borracho más...
Un hombre roto por desamor....


Una vez que la soledad lo castigó recriminándole sus debilidades, decidió comer algo y darse una ducha pensando que el dolor se lo llevaría el agua por el desagüe. Nada, cuando salió seguía con las huellas de la decepción pegadas a su piel....incrustadas a su mente....pero debía salir a la calle y dar la cara, tenía pendientes unos pagos y visitar al abogado.
En las afueras de esa prisión, el sol lucía colgado en el firmamento, los niños correteaban en el parque y los abuelos sonreían viendo las andanzas de sus nietos.
Caminó sin sentido aunque en la dirección correcta.


Contempló como un niño comenzaba a dar sus primeros pasos; el pequeño caía una y otra vez, pero siempre se levantaba buscando el equilibrio hasta conseguirlo.
El anciano andaba con parsimonia, lentamente pero en lugar de perder la paciencia, encontraba la belleza de su sencillo viaje....y al final, llegaba donde quería.
También vio como un dulce pajarillo que revoloteaba en el parque, picoteaba un gran trozo de pan. Cuando pudo dejarlo en pequeños pedazos pudo comer....el esfuerzo dio su fruto. Después voló tan alto que parecía que iba a traspasar el cielo.
Antes de llegar al banco reflexionó sobre ese niño, ese anciano, ese pajarillo....
Estaba sobrio, en silencio, parado a las puertas de la vida.
Se peinó el pelo con sus manos en el reflejo de un escaparate. Sé acomodó la camisa al pantalón y se miró durante unos segundos. Apretó los puños y al instante, una pequeña sonrisa nació en su cara...

Allí mismo se enfundó la espada.
Allí mismo subió a su caballo....
Desde el lomo del animal escudriñó sus alrededores....
El parque, la gente, el banco.....y el bar.
Tiró de las riendas y gritó: ¡Vamos!
Cabalgó por las calles; a más velocidad su cabello se teñía de azul. El bar se evaporaba y las espinas clavadas en su alma iban cayendo como caen las hojas de los árboles en otoño.
Por fuera, la resurrección de un héroe....
Por dentro, un hombre con mucho amor por dar....