
Aunque tenga que separar el alma del corazón
y las fuerzas tiemblen porque el miedo despierta entre transistores y
seiscientos veinticinco líneas…
Aunque agote mi último suspiro en el grito de
la esperanza y ellos sigan enseñando dientes, mientras nosotros nos bañamos en
lágrimas…
Aunque el mundo parezca que vaya a derramarse
por tanta sangre vertida…
Aunque ellos cierren puertas, precinten
bocas, padezcan sordera, pinten espaldas…
No importa, a pesar de que me importa mucho,
porque voy a seguir siendo el que soy y no lo que ellos quieren que sea. Voy a
continuar escribiendo sobres las riquezas humanas, esas que no se venden ante
el puto dorado, esas que no se prostituyen por la codicia y el interés más
mísero.
Seguiré alzando la voz hacia el cielo, donde
se supone que están aquellos que también lucharon y que ahora, cuando lloran,
las tormentas se incrustan en cristales y aceras.
Me da igual, a pesar de que la impotencia
aprieta ilusiones y asola la confianza de muchos, que esperan y esperan a que
las horas tengan su esfuerzo y su vocación.
Voy a utilizar la constancia para enfrentarme
al ejército de la hipocresía; ladrones acaudalados, magnates y gobernantes,
reyes de la mentira, soberanos de la soberbia…
Tan sólo tengo mi voz, mis letras, mi
actitud, suficiente para cabalgar por el destino hasta que me tiren del lomo de
mi sueño, al barro y al estiércol de la pesadilla. Para que encadenen mis manos
y las de miles de personas que caminan sin saber si lo que pisan es hielo,
arena o fuego…
Aunque pueda morir en vida por querer vivir
sin la muerte a la vera…
Aunque corra el riesgo de perder el mapa de
mi ruta y falsifiquen mi itinerario, borrando de un plumazo mi paraíso por el
infierno.
Aunque pierda el equilibrio del presente,
porque piensan que a base de empujones ellos crean su futuro llenando sus malditos
bolsillos.
No voy a parar para demostrar que en este
maravilloso planeta hay diamantes, más allá que los que consiguen con el arma
de la inocencia de un niño vestido de militar, la pureza de los animales con el
apellido de extinción, el trabajo que se recompensa con clavos, hierros y
esclavitud…
No voy a frenar el ímpetu que llevo en el
interior, pues aunque pueda ser una marioneta en el teatro de las vergüenzas,
alguna vez los hilos serán cortados por el héroe que llevamos dentro.
No voy a dejar de darle el valor a lo que
realmente vale; voy a tender una mano al que viene desde el mar, voy a prestar
mi silencio para aquellos que los lamentos arden en su alma, voy arrodillarme
delante de aquel que duerme en un cajero y voy a levantarme cuando llegue el
director y me mire con desprecio.
Seré lo que quiera que sea, con humildad y
con las armas de lo que late debajo de mi piel, de lo que campea en mis
pensamientos. Seré, humildemente, un obrero del sentimiento, un tipo normal que
condecora a todos aquellos que llevan un plato de comida con las sobras que han
dejado los que realmente sobran en este mundo. Nada más, ni nada menos.
Seré y tú serás, el guerrero que sabe que el
abrazo es el mejor fármaco para curar enfermedades que nacen del lado oscuro
del ser humano.
Seré y serás, el abanderado que camina con
orgullo, porque un día decidiste ser buena persona y eso, no tiene precio ni
dinero que pueda chantajearte.
Seré y tú serás, lo que te venga en gana, porque a ganas nadie
te puede vencer y sin rendirte no hay derrota que se sume a tu corazón.
Seré y serás, uno y mil mundos para entender
que esta vida puede ser el edén que todos queremos que sea y no la cueva de
parásitos que ellos intentan fundar.
Aunque deje mis arrestos.
Aunque existan infinitos.
Seré y tú serás.
Seré y serás.
Porque haremos de lo imposible, posibles…