
Con tu permiso, quiero defenderte, porque no
es justo que te juzguen y recriminen tu actitud.
No mereces el maltrato ni las críticas, que
pagamos contigo con la amargura del descontento.
Es tan injusto que torturemos tu piel, a
sabiendas que en tus raíces está el aire de la vida y el verde de la esperanza.
Cómo voy a darte la espalda si tu cara es la alegría cuando despierto y la
caricia cuando me acuesto. Comprendo tu enfado, tu desconcierto y tu ira…
Comprendo que a veces sacudas con la crueldad
que nosotros hemos sembrado en tu corazón. No pidas perdón, que antes, todos
tendríamos que arrodillarnos ante ti y rogar tu clemencia por nuestro poco
respeto a tu cuerpo. Por nuestra falta de sensibilidad y memoria, por nuestro
egoísmo y tiranía. Perdónanos por no quererte cómo debemos quererte, por no
arroparte cuando asoma el interés y no luchar en tu ejército al llegar la
contaminación y el consumo. La verdad, no sé como aguantas nuestra hipocresía y
mentiras que de tanto decirlas se hacen verdades en nuestra mente.
Soportas vejaciones, asesinatos sin piedad,
violaciones y demás calamidades realizadas por nosotros y sin embargo, sigues
en pie, muy enferma, pero en pie dispuesta a concedernos al amanecer, una
belleza inigualable, imposible de superar por mucho que el vil metal y la
sangre escrita en un papel, sean villanos duros de vencer.
Estás enferma, muy enferma y no hay más
culpables que nosotros.
Necios y ciegos de codicia, leñadores
ejecutivos que talan pulmones y colocan polución en busca del sueño del futuro. Malditos
ignorantes y soberbios sabelotodo, es la muerte adelantada, el presente al
revés, el auto suicidio ejecutado por la parte más mezquina…
Entonces, una vez más, injuriamos contra ti y
olvidamos que si eres monstruo, es porque hemos sido tus creadores y con tu
susurro, hemos hecho el huracán, con tus lágrimas el demonio del tsunami, con
tu piel, la fiebre de los terremotos y con nuestro pasotismo, infiernos
calcinados que te visten con el luto más amargo.
Es evidente que tus golpes son difíciles de
encajar si acarrean la tragedia. No hay momentos para pensar cuando apilas muertes y destrozos, no hay
tiempo que parar cuando el querer se ha evaporado con la fuerza de tu cólera.
No se siente nada y son momentos que no se pueden controlar, no se intentan
ocultar y las heridas se convierten en cicatrices imborrables.
¿Te condenamos? Ya lo hicimos con aquel
carpintero y ya se ha visto quién fue el traidor y como nos ha ido por ser
víctima y jurado, enemigo y soldado, inocente y malhechor…
Jugamos a ser Dios con la madre de todas las
madres…
Y una madre es una madre, es la vida, es el
aire, es el sol y la luna enamorada…
Es la estrella y es el cielo, es el mar y el
puerto de los sueños, es la flor en su esplendor y es el llanto al nacer. Es el
canto de mil pájaros, una hoja al caer y la nieve en el tejado, la montaña más
grandiosa y el perfume cuando llueve….
Es la sangre del destino…
La cuna de nuestras cunas…
Es bonita, única y la fuente de la pureza…
Es inmensa, majestuosa y se llama naturaleza.
Siempre tú y con tu permiso, quiero
defenderte.
Porque, una madre es una madre.