viernes, 26 de julio de 2013

EL LADO OSCURO DE LA VIDA

Me levanté cuando el sol seguía anaranjado y el silencio reinaba excepto por algunos pájaros que cantaban de árbol en árbol. Medio dormido y con la otra mitad absorta por los sueños vividos en la madrugada, me miré en el espejo preguntando qué tocaba hacer hoy. Después de unos segundos tomé la decisión; Voy a dar un paseo por el lado oscuro de un día de tantos.
 
 
Cuando bajé, el mundo se iba desperezando poco a poco y las persianas de bares y panaderías se escuchaban como estridentes notas musicales. En esos primeros pasos observé que el tipo del bar suspiró y se puso la mano en los riñones. La panadera, ya estaba de un lado a otro y el cansancio se reflejaba en su cara.
En esos momentos pasaban por mi lado dos barrenderos que charlaban sin escucharse mutuamente de problemas, lamentos e insultos al aire.
Me fijé que el matrimonio que regentaba el kiosco estaba ordenando periódicos y revistas; personas de sesenta y pico de años que trabajan durante más de doce horas y sonríen más de cinco veces por minuto. Por no hablar de ser lo pioneros de la paciencia cuando los niños se amontonan para comprar chuches y cromos.

 
 
El cielo ya iba tomando el azul y el viento soplaba con tiento, los coches iban creciendo en el asfalto y la gente aparecía como hormigas por las esquinas del barrio. Pensé en sentarme en un banco en lugar de caminar y pasear a través de la mirada lo que la vida es en un día de tantos. A partir de las ocho de la mañana todo se acelera; llegan las prisas, el malhumor, el estrés, las caras largas y las sonrisas cortas. En ese mejunje hay dos vías que llegan al mismo fin: Aquellos que van a trabajar y no cesan de quejarse por las horas, por el sueldo, por el compañero de turno y por mil cosas más. Luego, está el que no encuentra empleo; El que agoniza con las agujas del reloj, el que pierde el sentido a esto de luchar y el que viaja con una carpeta llena de ilusiones y termina en casa con lágrimas en los ojos.
 
Volví a levantarme para caminar hacia donde me llevaran mis pasos. Las horas caían como fichas de dominó y la vida estaba en su punto álgido. Ancianos cuidando de niños, niños que van de adultos y adultos que parecen críos... En la tele, el fraude, la mentira, la corrupción y la violencia y el fútbol, que no hay mejor sedante que un gol ante tanta pobreza a ras del suelo. En la radio, voces rebeldes, música para “amansar a las fieras” y debates de unos contra otros sin ser conscientes que todos somos todos. En la calle, la desidia, el desequilibrio y la indiferencia mientras las tormentas siguen inundando el presente y los brazos se cruzan ante tanto miedo y desánimo.
 
Cuando llegó la tarde todo estaba de vuelta y las apariencias asomaron con esos típicos disfraces que nos regala la sociedad de los estereotipos y del materialismo. Esos que pierden los valores por ser lo que no son y se alejan más y más de la felicidad y de ellos mismos. Esos que conducen coches de lujo y tienen telarañas en la nevera… Esos que miran de reojo al que duerme en un cajero y lo tachan de delincuente y psicópata… Esos que pregonan lo que tienen y de piel para adentro soledad y angustia por doquier…
 
En mi camino, el tiempo, ese que no para y te consume si te dejas vencer, me lleva a las puertas de la noche. Su oscuridad envuelve mis sentidos y la luna colgada a media asta, navega por el firmamento escoltada por estrellas.
 
El siguiente paso me lleva al alcohol y a los gritos de un tipo que cuando no le sirven la enésima cerveza, la que provoco que su mujer marchara de casa y no volviera más, enfurece y se lía a golpes con todo lo que encuentra. El borracho y maltratador olvida que el demonio no está dentro del cristal si no en su falta de hombría, respeto y responsabilidad. A más morados, más se muere en su infierno convirtiéndose en un monstruo solitario…Que se quede ahí pudriéndose.
 
Tras esquivar al innombrable, me encuentro que a pesar de las mentes abiertas y las constantes luchas por la igualdad, aún existe el daltonismo en el corazón. La cacería empieza con bates de béisbol y litros de gasolina porque todavía hay algunos que piensan que el color de piel es una enfermedad. Continua en la casa del señor…Sí esa que propaga amor y buenos sentimientos…excepto cuando dos del mismo sexo se aman y buscan un destino como el que merece cualquier persona de este mundo. Entonces, ponen el grito en el cielo, a ver si el señor los escucha y envía un castigo a aquellos que han nacido así… Y me pregunto, ¿Cómo que así?
 
El día va terminando y me siento agotado. Podría seguir pues quedan senderos por andar, pero he creído conveniente que por hoy ya está bien. Que ya he visto suficiente… Yo, que soy fuente de optimismo y que pienso que este planeta es maravilloso… Yo, que soy creador de sensaciones positivas y creo que en la actitud está todo… Yo, que soy el que cree en los imposibles y en las cosas buenas de la gente…
 
He salido a dar un paseo y está vez por el lado oscuro de la vida. Y es que, necesito rebozarme por los dolores, sufrimientos e injusticias para seguir abanderando todo lo contrario y ser un humilde peón con las manos tendidas, el alma en cueros y el silencio intacto para recargarlo de desahogos y penas.
 
Porque por muchos diablos, cementerios vivientes, ogros y demás avernos… Por mucho fantasmas, paraísos infectados, miserables y demás mafias… Por mucho que sigan ahí, seguiré creyendo que si nos lo proponemos, podemos hacer cualquier viaje, llega a cualquier meta y convertirnos en lo que pensamos y sentimos. Cuestión de crear y…creer.

3 comentarios:

  1. Precioso relato " creador de sensaciones positivas ". De vez en cuando todos hacemos ese viaje al lado oscuro de la vida, a veces con éxito, otras no tanto. Gracias por compartirlo.

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  2. Bellisimo.
    Gracias por compartir tus trabajos con nosotros, tus amigos del alma
    Cariños
    Lydia Raquel Pistagnesi

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