domingo, 7 de abril de 2013

LA ESQUINICA, CAPITULO 4


Amigos, Isabel Mata Musik, continua está historia alterando la marcha, para dejar más trampas de esta serie que cinco escritores Indies, Mercedes Gallego, David Lucas, Frank Spoiler, Juanjo Díaz Tubert, Josep Capsir y Juan Alberto Re Crivello han resuelto brindar a sus lectores cada 4 días Os invitamos…
A cargo de Isabel Mata Musik


—Se ha escapado, — exclamó Moravia, entrando de nuevo en el antro de Popeye que le miraba con sorna. — ¿por qué, qué tiene que ocultar?
―Digamos que no le gustan demasiado los policías, mire, yo no sé nada, pregúntele a ella cuando la encuentre, si es que lo consigue, es muy escurridiza, si lo sabré yo.
―Dile que me llame, no debe preocuparse, sólo quiero hacerle unas preguntas, si no me llama pensaré que es una asesina y entonces sí que tendrá graves problemas, pensaré en su señora madre.
El comisario convocó una reunión urgente. Carlos Moravia y sus dos ayudantes, Pepe Contreras y Candela Galego, entraron en la sala bastante acojonados, el comisario Fuentes tenía un carácter de mil demonios y en ese momento estaba muy cabreado.
― ¡Más de un mes y aún no tenemos nada, los periodistas se están mofando de nosotros, el ministro me está acribillando…! —Bramó, con la cara roja de furia―. ¡Moravia, quiero respuestas ya, encuentre a esa tal Merche, no creo que sea tan difícil, por Dios!
Todos callaron, Carlos no se atrevió a relatar su encuentro con el payaso, si lo hacía se iban a cachondear de él hasta el fin de los tiempos.
Candela se encerró en su despacho para buscar en Internet, tenía una intuición y quería seguirla, nunca fallaba. Hasta ese momento había seguido los dictados del jefe, para nada, ya era hora de tomar las riendas.
Su búsqueda dio resultado, salió de la comisaría sin decir nada a los demás, iba a ir a su aire.
Se presentó en la «Academia» de actores porno vestida con una mini falda que dejaba al descubierto sus ligas, una camiseta muy ajustada que marcaba generosamente su delantera y unas botas que le tapaban las rodillas.
―Tú debes ser la Chonchi, menos mal que has venido, estamos escasos de actrices y tenemos una película pendiente que nos va a dejar un buen dinero. Se rodará en una masía, dentro de una semana, así tendrás ese tiempo para prepararte. Se titulará «El pollón campesino». ¿Tienes experiencia? —Preguntó el afeminado director mirándola de pies a cabeza apreciativamente—. Yo soy Mauro.
―Ninguna, por eso he venido, pa aprender, ―explicó, con un acento indefinido.
―Pues vas a tener que aprender rápido porque esto corre prisa, pero no te asustes —añadió tras ver el rubor que empezaba a cubrir sus mejillas, al final iba a resultar que era buena actriz—, te va a encantar, chiquilla, ya lo verás.
―Está bien, Mauro, pero poco a poco, vale, antes quiero conocer a mis compis.
―Acompáñame —la llevó a una sala donde estaban rodando, entraron en silencio, los gemidos de la actriz que estaba actuando eran escandalosos, el actor, con un rabo descomunal, la estaba penetrando por detrás, la estaba poniendo mirando pa Cuenca. La mujer, rubia teñida y con unas posaderas importantes, cuando la cámara no la enfocaba le guiñó un ojo a Candela con una cara de aburrimiento y de hastío que le hizo taparse la boca para no soltar una sonora carcajada.
― ¿Cómo se llama el actor, Mauro?
―Este es Nachete, el que va y te la mete, jajaja, luego te presento a los demás. Tenía un amigo que se dedicaba a esto, Guerwin se llamaba, ¿te suena?
― ¿Guerwin?, déjame pensar, en este mundo no hay tantos, no, no me suena. ¡Espera! Claro, Guerwin, durante mucho tiempo fue uno de los más cotizados pero hace mucho que no sé nada de él. Creo que Nachete hacía tríos con él, luego le preguntamos.
― ¿Cómo se llama la chica?
―Merche.
Entró en la comisaría sin cambiarse por lo que sus colegas se quedaron de piedra al verla con el modelito, volvió a encerrarse en su despacho ignorando las miradas y las bocas abiertas que dejaba a su paso. No tardaron en seguirla Carlos y Pepe.
― ¿Dónde estabas, te has largado sin contar con nosotros, no trabajas sola, sabes?
―La increpó Moravia, irritado.
―Creo que he dado con una buena pista a seguir, Guerwin ha sido actor porno.
―Bien hecho, pero ¿cómo se te ha ocurrido?
―Preguntó Pepe, celoso.
―Porque estoy harta de recibir broncas por vuestra culpa, Pepe, a ver si te pones a pensar un poco en vez de estar todo el día tocándote los huevos. Por lo menos Moravia lo intenta, aunque haga el ridículo a veces.
―Está bien, no te pases, Candela, cuéntanos que tienes planeado―inquirió Carlos.
―El que la tenga más larga que se venga conmigo mañana, tenemos trabajo.
Al día siguiente se presentaron en la Academia, los tres, con unas pintas que no les hubiera conocido ni su propia madre. Mauro al ver a Pepe empezó a babear, tras darles un par de besos a cada uno les dirigió a otra sala donde esperaban varios actores y actrices totalmente desnudos.
―No sé cómo superaremos esto ―susurró Moravia al oído de Candela.
―Vamos hombre, yo ya hace tiempo que estoy curada de espantos.
―Mauro, ¿dónde está Merche, quiero saludarla?
―Acaba de llamar, conejita, hoy no podrá venir porque ha cogido un virus extraño. Podéis desnudaros y esperar junto a los demás, no tardaremos mucho.
―Un virus extraño ―repitió Moravia con recochineo― ¡la madre que la parió! ¡A esta no la vemos más! Candela, intenta averiguar donde vive la zorra.

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