domingo, 21 de abril de 2013

EL VERANO


 

 
“El verano pasó como lo hace una estrella fugaz por el techo de nuestro mundo.
En el río ya no se oyen los chapuzones y las risas adornadas con besos de ternura.
Sin embargo, en el árbol, sigue anclado el corazón y dos letras que un día tallaron entre lágrimas y promesas.”

 
Él diecisiete, ella dieciséis.
Empezaron sin saber…
Terminaron graduados…

 
Es lo que tiene el amor; echa chispas en los lugares más extraños. En los rincones donde piensas que el aburrimiento será tu pareja de baile. En los caminos que crees equivocados y te sorprenden, cuando encuentras la flor más bonita del planeta en el solar más inesperado.
Es lo que tiene una mirada; Choca contra tus ojos y convierte tu respirar en un ciclón de suspiros que provocan  un pinchazo en tu alma imposible de frenar.
Es lo que tiene una voz; Se cuela en tus oídos, despoja los sentidos, abraza tu vacío y lo recarga de mil hechizos. Esa voz es tu alimento y olvidas hasta la dieta, por un manjar gigantesco que comienza en los ribetes de su boca.

Antes del último día, pasaron amaneceres y madrugadas pintando el cielo azul con la luz de sus ojos, contando estrellas y deseos a la par…Y dejando que el susurro del mar fuese la banda sonora de cada caricia y sonrisa compartida.
En ocasiones eran reprendidos por sus padres, pues a veces llegaban a altas horas de la noche con una alegría exagerada. Pero es que el amor, tiende a derrotar al tiempo y te sumerge en un mundo donde lo único que cuenta son los besos, los abrazos y los te quiero.

Cuando llegaban los últimos días del verano, la tristeza iba aumentando y, aunque eran dos jóvenes que apuraban cualquier sensación, cada vez había más momentos de silencio y pensamientos perdidos.
La despedida fue dura; ella, un manto de lágrimas, él cayó rendido a su cuerpo sin querer separarse nunca más y en ese abrazo, palabras que sellaron con un juramento:

 
—Prométeme que me escribirás, que esto no va acabar aquí—Dijo ella entre sollozos—.
—Te lo prometo—dijo él—No te olvidaré e iré a por ti, te lo juro—Contestó con firmeza—.

 
Los padres la acomodaron al coche entre el consuelo y la fuerza. Cerraron las puertas y arrancaron el motor. Mientras, ella golpeaba el cristal trasero, lloraba, gritaba y negaba con la cabeza. Poco a poco el vehículo se iba alejando del pueblo, de la playa, del árbol, de él…hasta que desapareció por completo.

 

"Han pasado cincuenta y seis años y precisamente hoy, ha pasado una estrella fugaz por el cielo. El verano está a punto de llegar y por la aldea dos personas caminan tranquilamente."

 
— ¿Cuánto tiempo sin venir por aquí, verdad?—Dijo ella—Bueno, yo más que tú, obviamente.

—Pues sí, dos años menos que tú. Los que tarde en reunir el dinero, cumplir dieciocho años e ir a por mi amada. —Replicó él—.

Ella sonrío, lo besó dulcemente y dijo:

    Mira, sigue intacto el corazón y nuestras dos iniciales. — dijo ella con entusiasmo.
      Sí—contesto él, pellizcándole la nariz— Ese árbol es eterno, como nuestro amor.

 .
La noche llegó y con ella, otra estrella pasó por encima de sus cabezas.

3 comentarios:

  1. Qué hermoso y nostálgico. Gracias. Me gusta mucho.

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  2. ¿Quién no ha tenido un verano? ¿Quién no ha tenido su estrella fugaz? Es precioso, David.

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  3. Me ha gustado mucho conocer tu blog, David. Precioso relato.

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