miércoles, 17 de abril de 2013

LA ESQUINICA, CAPITULO 6


 

 

Amigos: David Lucas continua está historia donde Merche Ruiz y el comisario Moravia, y que conoceremos al nombre del muerto que vino del cielo. En esta serie que siete escritores Indies Juanjo Díaz Tubert Mercedes Gallego David Lucas Frank Spoiler  Josep Capsir Isabel Mata Musik y Juan Alberto Re Crivello han resuelto brindar a sus lectores cada 4 días Os invitamos…

 

A cargo de David Lucas. ( O sea, yo)

 
 
A medida que se acercaba a las celdas, las estridentes risas se escuchaban con más fuerza. Cuando abrió el portón, con una de las tantas llaves que colgaban en su cinturón, algunos susurros avisaron de que alguien entraba­­­­­­­ y el silencio reinó al instante. El comisario Fuentes entró con firmeza, marcando tacón y canturreando algún estribillo de una canción. Estaba, contrariamente a los últimos días, tranquilo y paciente, e incluso comenzó a silbar, mientras escudriñaba a su paso a todos los internos. Éstos, al verlo, echaban un paso atrás, como si estuvieran viendo al mismísimo diablo.

 

—Vaya, parece que por aquí, también estás haciendo de las tuyas—Le espetó a Popeye—.Vamos a ver si conmigo, Popeyito, eres tan gracioso como con tus despreciables «vecinos»—. Al payaso se le borró de golpe su característica sonrisa y sintió en sus carnes, que la mirada del comisario era aterradora. Dio unos pasos atrás como pudo, pues tenía encadenados los pies y las manos, para que ni el mejor escapista del mundo, pudiera tener una mínima posibilidad de fugarse. Pegó literalmente su cuerpo a la pared, luego, esperó a que entrara y a su vez, pensó que algo malo podría estar a punto de suceder.

El comisario, se sentó en la litera y observó los escasos enseres que le habían dejado a pie de cama. Cogió un pequeño libro titulado, “Una psicóloga, un argentino y un funerario”, lo miró con desdén y lo dejo cuidadosamente en la pequeña y vieja mesita que tenía a su derecha.

 

—Bien, ahora vamos hablar tú y yo—dijo Fuentes a Popeye—.Empieza a contar todo lo que sepas o te juro que de aquí no sales nunca más. Y no me vengas con que tienes derecho a un abogado o cualquier treta legal, porque te aseguro, querido, que me importa una mierda ahora mismo la ley, lo que pienses o tu vida.

Popeye quedó petrificado. El bufón, ese loco que se reía de medio mundo, tenía el rostro congelado, la piel más blanca que su maquillaje y los ojos a punto de verter un tsunami de lágrimas.

 

— ¿Dime tu verdadero nombre y quién eres realmente?

El payaso, ya se había quitado con una gasa todo la pintura de su cara y su rostro quedó por fin al desnudo. Ya no había síntomas de locura, alegría…No, su mirada era triste, los suspiros intensos y las arrugas de la piel evocaban a una vida llena de lucha y sufrimiento.

—Me llamo Francisco Mata, pero todos me conocen por Frank. No soy italiano ni francés…Sólo soy un tipo que nació en algún lugar de este país y…

 — ¿Cómo que en algún lugar, dónde?—. Le interrumpió Fuentes con aspereza y sin respeto alguno.

—Comisario Fuentes, soy huérfano. Viví en un orfanato hasta que cumplí los diez años. Cansado de vivir sometido a una doctrina muy radical, me escapé y anduve por todos los rincones de España, hasta que una familia me acogió cuando estaba a punto de morir de hambre y frío. Ellos trabajaban en un circo y con ellos aprendí el oficio de escapista. Con el tiempo «mis padres» me echaron y tuve que volver a buscarme la vida.

 

— ¿Te echaron de casa? ¿Por qué?—El tono de Fuentes empezó a ser más conciliador y pacífico.

—Ay, comisario, el amor…Me enamoré perdidamente de su hija y ellos no aceptaron la relación pues era como mi hermana.

— ¿Te enamoraste de su hija? Vale, me parece muy bien, pero que…

–Comisario—Esta vez fue Frank quién le interrumpió—Esa chica, la hija de mi familia adoptiva…es Merche. Merche Ruiz, la que ha marchado hacia Costa Rica amenazada de muerte por alguien muy peligroso.

—Popeye…eh, Frank, ¿Por qué diablos no ha contado esto antes a mis compañeros?— ¡Maldita sea! Necesitamos hablar con ella y aquí habría estado protegida por  todo mi equipo. Ahora está en Costa Rica y tendremos que pelear con el gobierno costarricense. Es muy importante que me diga exactamente dónde está y quién la ha amenazado.

 

—Verá, no puedo decirle nada,  si le cuento algo, irán a por ella y la matarán.

—Creo que no me ha entendido—El comisario volvió a endurecer su tono de voz—si no me dice lo que sabe, ella morirá de todas formas y tú, ni siquiera podrás despedirte en su puto funeral, porque criarás malvas de por vida en las mazmorras de esta ciudad. Así que, decide, porque el tiempo apremia…

 

A Frank se le escaparon las lágrimas, cubrió su cara con las manos y negó con la cabeza varias veces. No tenía opción, el comisario Fuentes tenía razón. Sí callaba, ese despiadado asesino tarde o temprano iría a por ella, para zanjar “el tema” y no dejar ningún cabo suelto que le inculpara. Sin embargo, si hablaba, quizá habría alguna posibilidad de salvarla; los agentes ya estaban rumbo a Costa Rica y si facilitara cualquier información para dar con Merche, estaría escudada con la policía y más protegida que nunca.

 

Levantó la cabeza, apretó los puños, cerró los ojos, suspiró y volvió a abrirlos. Miró al comisario y asintió con la cabeza.

—Usted gana, voy a contarle lo que sé. Quizá no sea mucho, pero haré lo que sea por Merche. ¿Me da usted su palabra de que estará escoltada en todo momento hasta que atrapen al asesino?—Frank, estaba realmente apesadumbrado y necesitaba oír algo que le tranquilizara. Algo que le convenciera de que su Merche, iba a estar bien.

—Por supuesto—dijo Fuentes—.Le doy mi palabra de que estará a salvo y que todo saldrá perfectamente. Es más, si lo desean, cuando todo pase, les proporcionare una vida nueva donde puedan ser felices para el resto de sus vidas.

—Vale—dijo el payaso y escapista—. El cadáver que cayó del cielo…verá, se llamaba Gerardo Ríos, actor porno, conocido como “Guerwin”, era amante de Merche hasta ese día. Ella quería dejarlo y marcharse conmigo, pero antes los dos tenían que resolver un asunto con alguien que les había prestado dinero para producir una película. Quedaron aquel día en la azotea—Por unos momentos Frank quedó ensimismado—Luego, por lo que Merche me contó, Gerardo se negó a pagar a ese tipo…y bueno, ya sabe dónde acabo. Mi amor estuvo a punto de seguir el mismo camino, pero le juró y perjuró que le traería el dinero contante y sonante—De nuevo, negó con la cabeza— Pero comisario, ¡Lo engañó!—Frank se exalto desesperadamente—. Ella no tiene un euro y desde aquel momento está en peligro y si la encuentra la matará.

— ¿Dígame quién es ese hombre?— Preguntó Fuentes.

—No lo sé, créame. Le juro que no lo sé—contestó con contundencia.

— ¿Y Merche? ¿Dónde está exactamente?—Vamos Frank, tengo allí a mis hombres y en breve darían con ella si usted…tú, nos ayudas.

 

 —Comisario—El payaso, parecía más sincero que nunca—. Lo único que sé, es que me dijo que me  reuniera con ella en Costa Rica, que me dirigiera a la playa “La Carolina”, que buscará en el espigón de esa playa una roca en forma de corazón. Me dijo que debajo habría una caja y que ahí, tendría todo los datos para ir con ella.

— ¿Por qué tanta complicación y no se lo dijo directamente?—preguntó el comisario-.

—Comisario, para Merche la vida es un juego y a pesar de estar muerta de miedo, no cambia jamás sus principios. Así me enamoró y así será siempre…

 

1 comentario:

  1. Huy... cuánto hay para leer: ¡¡¡qué bueno !!!
    Ya ves estoy regresando a mis Letras ... es que se me habían desparramado sobre el escritorio ...
    Gracias por estar siempre.

    ResponderEliminar